¿De dónde surge el feminismo de derechas? Un fenómeno en expansión que desafía las nociones tradicionales del feminismo a través de una perspectiva conservadora. Mientras que el movimiento feminista ha luchado históricamente por la igualdad y la justicia social, el feminismo de derechas parece presentarse como un contrasentido. Pero, ¿es realmente un contrasentido?
El primer paso para entender este fenómeno es explorar su génesis. En los últimos años, hemos visto a un grupo de mujeres con ideologías conservadoras arrogarse el título de feministas. Este tipo de feminismo, que se involucra en las esferas del poder y defiende intereses de clase y raza en el contexto de un discurso liberal, ha empezado a sonar cada vez más en los círculos políticos. Sin embargo, ¿qué es lo que realmente motiva a estas mujeres a alinearse con un movimiento que, a primera vista, podría parecer contradictorio?
Una de las razones más evidentes es la necesidad de algunas mujeres de reafirmar su identidad en un panorama que considera peligroso el avance de las políticas de género que se han popularizado en el seno de las propuestas feministas clásicas. Desde esta óptica, el feminismo de derechas se convierte en una herramienta de defensa ante lo que consideran una amenaza a los valores tradicionales. Las mujeres que se adhieren a estas creencias abogan por la protección del “feminismo tradicional”, como si existiese un monopolio sobre la lucha por la igualdad que ignora la diversidad y complejidad de las experiencias femeninas.
Sin embargo, para cuestionar esta narrativa, es crucial desmenuzar las motivaciones que subyacen a la adopción de esta versión del feminismo. En muchos casos, mientras que el feminismo tradicional a menudo se opone a la estructura patriarcal, el feminismo de derechas tiende a operar dentro de ella, facilitando una adaptación complaciente a las normas sociales existentes. Este enfoque, a menudo, refuerza no solo el patriarcado, sino también la jerarquía económica y social.
No se puede ignorar la fusión que ha hecho el feminismo de derechas con discursos sobre el empoderamiento individual. La idea de empoderar a las mujeres se distorsiona en este contexto: ya no se trata de cuestionar el sistema que perpetúa la desigualdad, sino de adaptarse a él y aprovecharlo para el beneficio personal. Este es un desafío directo a la noción de solidaridad que ha caracterizado al feminismo tradicional. ¿Dónde queda la lucha colectiva cuando el enfoque se centra en el progreso individual?
Aún más inquietante es el hecho de que este feminismo, en su afán de mantener cierto tipo de control sobre el discurso femenino, deslegitima a las voces que no se alinean con sus ideas. La exclusión de las mujeres racializadas, de clase trabajadora o de la comunidad LGBTQ+ es una constante. Así, se convierte en un fenómeno que no solo se siente ajeno a la lucha por la igualdad, sino que se propone activamente rebajarla. ¿Es esta excluyente una forma de feminismo realmente válida?
Las redes sociales han sido un campo fértil para la propagación del feminismo de derechas. Las plataformas ofrecen un espacio donde estas voces pueden resonar sin las restricciones que imponen los movimientos feministas tradicionales. A través de memes, videos virales y frases ingeniosas, el mensaje ha ganado tracción. Esta capacidad de amplificación plantea una pregunta incómoda: ¿qué efecto tendrá esta narrativa en las generaciones futuras? ¿Estamos acondicionando un regreso a un corsé intelecto-ideológico que niega la interseccionalidad y la riqueza del feminismo en todas sus dimensiones?
Además, no se puede pasar por alto el eslabón financiero que mantiene vivo este fenómeno. El financiamiento de grupos que promueven el feminismo de derechas llega de varias fuentes, incluidas las grandes corporaciones y donantes individuales que buscan influir en la política social. Este aspecto añade otra capa de complejidad a la discusión: cuando las ideologías se alinean con los intereses económicos, surgen preguntas sobre la autenticidad de las motivaciones detrás de este feminismo. ¿Es realmente un movimiento que busca el bienestar de las mujeres, o apenas una fachada para contar con un apoyo financiero sólido y a largo plazo?
El futuro del feminismo de derechas es incierto. Esta facción ha encontrado su voz en un momento en que la polarización política es más prominente, y la naturaleza divergente del debate sobre la igualdad de género está llevando a un empoderamiento desbalanceado. La cuestión que surge, y que requiere de una reflexión profunda es: ¿desdibujará este feminismo la frontera entre la lucha legítima por la igualdad y el reforzamiento de estructuras de poder ya existentes?
Al final, la exploración del feminismo de derechas revela más preguntas que respuestas. Se nos presentan desafíos: tenemos que replantear nuestras ideas sobre el empoderamiento, la interseccionalidad y el papel de las mujeres en la sociedad contemporánea. Debemos seguir luchando por un feminismo que realmente represente a todas las mujeres y no solo a las que se encuentran en posiciones privilegiadas. Porque el verdadero feminismo, en toda su diversidad y riqueza, es una lucha colectiva y no un lujo presupuestario. Y es ahí, en la esencia misma de la lucha, donde debemos fijar nuestra mirada crítica y nuestra esperanza.