Por un feminismo decolonial antirracista y popular: Voces desde el sur global

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¿Alguna vez te has preguntado cómo se construye un feminismo que realmente represente las realidades complejas del sur global? En el cruce de muchas luchas sociales y políticas, surge la imperiosa necesidad de un feminismo decolonial antirracista y popular que no solo critique las estructuras de opresión, sino que también proponga alternativas concretas y viables. Pero, ¿estamos preparadas para escuchar y, sobre todo, para actuar en respuesta a las voces que emergen desde el sur? Aquí, profundizaremos en lo que significa este enfoque, desafiando nociones preconcebidas y explorando las oportunidades que presenta.

El feminismo decolonial surge como una respuesta crítica a los feminismos hegemónicos que, a menudo, son predominantemente eurocéntricos y olvidan las múltiples realidades que habitan en el sur global. Este feminismo reconoce que la opresión no es un fenómeno monolítico; es una superposición de injusticias que atraviesan el género, la raza, la clase, la sexualidad y la geopolítica. Las mujeres del sur global, junto a sus comunas y comunidades, deben estar al frente de la narrativa, desarticulando la idea de que la emancipación puede ser unidimensional. Así, se invita a replantear el concepto de «mujer» en función de la experiencia y el contexto.

Uno de los aspectos más intrigantes del feminismo decolonial es su enfoque en la interseccionalidad. Este término, popularizado en la teoría feminista, adquiere en este contexto un matiz fresco y necesario. Las voces desde el sur no solo traen a la mesa el racismo estructural que atraviesa la vida de las mujeres afrodescendientes y las indígenas, sino también las complejidades de la economía informal, el acceso a la educación, y la violencia sistémica. Cuando hablamos de un feminismo antirracista, no podemos dejar de lado el legado colonial que aún persiste en nuestras sociedades; un legado que define las desigualdades de hoy.

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Además, al considerar el feminismo popular, se abren las puertas a prácticas comunitarias de resistencia. Las mujeres de comunidades marginadas, como los pueblos indígenas, han tejido sus propias formas de resistencia a lo largo de los años, creando un acervo de conocimientos que no solo desafía la opresión, sino que también aporta nuevas maneras de entender y practicar el feminismo. Este feminismo es un acto de reclamación; una reclamación de espacios que históricamente les han sido negados. Esto se traduce en una visión más amplia, donde la lucha por la justicia económica, social y ambiental se entrelaza con el feminismo.

Pero, ¿cómo se traduce todo esto en la práctica? Aquí aparece el desafío: es imperativo construir coaliciones que no solo sean simbólicas, sino que se arraiguen en la reciprocidad y el respeto. La colaboración entre feminismos del norte y del sur debe ser dialógica, no un mero ejercicio de explotación académica o de apropiación cultural. Las feministas del sur no necesitan salvadoras; necesitan aliadas que escuchen, sientan, y actúen a su lado, reconociendo las diferencias sin caer en el paternalismo.

En esta línea, es esencial evitar la trampa de la “universalidad” que tantas veces ha secuestrado el feminismo. Lo que funciona en un contexto, puede no solo ser ineficaz, sino dañino en otro. Desde el sur, se plantea un feminismo que se nutre y respeta las tradiciones locales, las formas de organización comunitaria y el saber ancestral. Así, se superponen luchas: la lucha contra la explotación económica se entrelaza con la resistencia cultural, dando lugar a un activismo que es tanto local como global.

A medida que nos aventuramos en estas aguas profundas y a veces turbias, es fundamental preguntarnos: ¿Cómo nos vemos representadas en este marco de feminismo decolonial antirracista? Este epistemicidio que ha sucedido a lo largo de los siglos ha borrado voces y experiencias. Es una invitación a la auto-reflexión, y un desafío para las feministas en todo el mundo a acoger esa diversidad. No estamos aquí para homogeneizarnos, sino para celebrar esas diferencias que nos enriquecen y nos fortalecen.

En conclusión, el feminismo decolonial antirracista y popular emerge como una necesidad ineludible en el contexto actual. No se trata de una moda pasajera o de un movimiento aislado; es la construcción colectiva de un futuro donde todas las voces sean escuchadas y valoradas. Las mujeres del sur global están armadas con un conocimiento que no puede ser ignorado, y es nuestra responsabilidad escuchar y aprender de ellas. Este es un llamado a repensar la solidaridad y a repensar cómo nos unimos en la lucha por un mundo más justo, equitativo y, sobre todo, interdependiente. ¿Estás lista para asumir el reto?

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