La historia del feminismo es un viaje fascinante, matizado por diversas corrientes y momentos históricos que han marcado el pulso de la lucha por la igualdad de género. ¿Te has preguntado alguna vez cuándo comenzó realmente la segunda ola del feminismo? Este fenómeno social, orientado a abogar por los derechos de las mujeres, no emergió de la nada, sino que fue el resultado de tensiones socio-políticas acumuladas, así como de la impronta que dejó la primera ola en el contexto cultural y político. La segunda ola, en particular, comienza a tomar forma en la década de 1960 y se extiende durante las décadas de 1970 y 1980, donde se cristalizan una serie de momentos clave que definirán no solo el activismo feminista, sino la conciencia social en torno a los derechos de las mujeres.
Uno de los puntos de inflexión más significativos es el nacimiento del movimiento de liberación de las mujeres en los Estados Unidos, que fue impulsado por la era de cambios culturales de los años 60. La década comenzó con una explosión de movimientos contraculturales que cuestionaban las normas establecidas, y las mujeres empezaron a tomar un papel más visible. Si bien el acceso al voto fue un triunfo indiscutible de la primera ola, muchas mujeres sentían que aún no estaban verdaderamente emancipadas. En este contexto cultural, el libro «La mística de la feminidad» de Betty Friedan, publicado en 1963, se convierte en un verdadero manifiesto. Friedan desafía la noción de que la realización plena de la mujer se encontraba únicamente en el hogar. ¿Quién dijo que la cocina es el único lugar donde una mujer puede brillar?
Este libro planteó preguntas audaces y necesarias: ¿Por qué las mujeres se conforman con roles limitantes de madre y esposa? ¿Es la felicidad de la mujer realmente sinónimo de una casa ordenada y un marido presente? Inspiró a un ejército de mujeres a cuestionar su realidad, dejando atrás un hogar que ahoga su potencial. El libro sirvió como trampolín para la formación de la Organización Nacional de Mujeres (NOW, por sus siglas en inglés) en 1966, un hito que formaliza la lucha por derechos laborales, igualdad salarial y la igualdad en el ámbito político. Pero, ¿qué costó realmente esta revolución en la conciencia colectiva?
A medida que avanzaban los años, la segunda ola del feminismo se diversificaba, abordando cuestiones que antes eran tabú. En 1973 se dio otro momento decisivo con la famosa decisión del Tribunal Supremo de EE. UU. en el caso Roe vs. Wade, donde se legaliza el aborto. Este fallo no solo protegiò el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo, sino que sentó una jurisprudencia que resonaría en muchos rincones del mundo. Sin embargo, la lucha por el derecho a decidir sobre su propia vida y su propio cuerpo establece una polarización en la sociedad. ¿Qué implica realmente el derecho de una mujer a elegir?
Hacia finales de los años 70, el feminismo también se enredó en la tela compleja del activismo interseccional, un concepto que comenzó a tomar forma, especialmente gracias a figuras como Kimberlé Crenshaw. Este enfoque reconoce que las mujeres no solo son oprimidas por ser mujeres, sino también por una amalgama de factores como raza, clase y sexualidad. La noción de que no todas las mujeres experimentan la opresión de la misma manera es crucial, y aunque durante la segunda ola logró capitalizarlo, todavía queda un largo camino por recorrer. ¿Qué tan inclusivo es realmente el feminismo que celebramos hoy?
El activismo también se extendió más allá de las fronteras de Estados Unidos en ese período. En Europa, especialmente en el Reino Unido, el feminismo tomó forma en el contexto de la liberación social y las luchas laborales. Las mujeres comenzaron a organizarse no solo en defensa de sus derechos, sino también para promover una revolución cultural que cuestionara los patriarcados establecidos. En 1970, las activistas británicas lideran protestas significativas y establecen grupos que se concentran en los derechos reproductivos, la violencia doméstica, y la educación. Este despertar en diversas partes del mundo resuena con la noción de que la lucha por la igualdad no conoce fronteras.
A medida que nos adentramos en la década de 1980, los debates se tornan más complejos y la segunda ola comienza a consolidar sus logros, pero también enfrenta críticas. Los debates sobre la representación de la mujer en los medios de comunicación, la sexualidad y la objetivación empiezan a polarizar a las feministas, dando origen a nuevas divisiones. Aun así, el legado de la segunda ola es innegable. Las conquistas alcanzadas en el ámbito laboral, educativo y social sentaron las bases para que la siguiente generación luchara en un contexto en el que las desigualdades aún persisten, aunque veladas de maneras más sutiles.
En conclusión, el inicio de la segunda ola del feminismo está inmerso en una serie de momentos clave que no solo transformaron la sociedad de su época, sino que también reverberan en la lucha contemporánea por la igualdad de género. Desde «La mística de la feminidad» hasta Roe vs. Wade, estos hitos nos invitan a reflexionar sobre el camino que hemos recorrido y el que aún queda por recorrer. En este viaje histórico, cada mujer que se levantó contra la opresión ha dejado una huella imborrable, recordándonos que la lucha por la igualdad es, y siempre será, un proceso en constante evolución. Así que, ¿cuándo comenzó realmente la segunda ola del feminismo? Una respuesta simple no basta, porque está en las manos de cada nueva generación seguir cuestionando y luchando por un mundo más equitativo.