¿Hora de la huelga feminista en Zaragoza 2019? Recuerda la movilización histórica

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La Huelga Feminista del 8 de marzo se ha convertido en un faro, una tormenta que irrumpe en la monotonía del día a día, una llamada de atención que sacude los cimientos de una sociedad acostumbrada a la inacción. En Zaragoza, como en tantas otras ciudades, este día se transforma en una manifestación de inconformismo, un grito que resuena en cada esquina. ¿Es este el momento de abanderar la causa feminista con toda la fuerza que conlleva la historia? Absolutamente sí. La movilización histórica del 8M no solo reivindica derechos, sugiere un cambio radical en la forma en que percibimos y vivimos la equidad de género.

El pasado 8 de marzo de 2018 fue un hito. Millones de mujeres tomaron las calles del mundo, unidas por un propósito común: reclamar la igualdad de derechos. Zaragoza también fue parte de esta insurgencia que, como una ola, arrastró todo a su paso. Pero, ¿qué es lo que realmente nos motiva a levantarnos una y otra vez? La respuesta no es sencilla, pero la realidad es innegable: el sistema patriarcal ha pervivido a lo largo de los siglos, y cada día que pasa, su entendimiento y aceptación se asientan más. ¿Por qué, entonces, sería un acto de frivolidad cuestionar la necesidad de otra movilización como la del 2019?

Es urgente llevar la narrativa del feminismo a un nivel superior, a una dimensión casi filosófica. Las mujeres no son solo cifras en una estadística; son relatos entrelazados, voces apagadas y, a menudo, olvidadas. Huelgas como la del 8M son el catalizador que transforma esa narrativa en una historia de lucha compartida. Recordar estas movilizaciones históricas es tomar conciencia de nuestros logros. Es el recordatorio de que nuestras abuelas y madres rompieron moldes, que su coraje debe inspirar nuestra lucha diaria. Enfrentarnos a un sistema que nos minimiza es nuestro desafío permanente.

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Además, la huelga no es únicamente una pausa en nuestras actividades económicas, es un grito ensordecedor que se despliega en prosa poética por las calles. Es un acto de valentía que muestra las grietas de un sistema que no solo nos silencia, sino que también intenta convencernos de que nuestras voces son innecesarias. La huelga del 8 de marzo nos revierte el papel. Jugamos al estereotipo de lo secundario, pero es allí donde decidimos romper con esa visión: la mujer no es complemento, es esencia. Así que, al presentar las imágenes de esos momentos históricos, se nos recuerda que el cambio es posible. La foto de mujeres unidas en Zaragoza, como la que captura el instante del clamor ruidoso de sus pasos, se convierte en símbolo. Las movilizaciones se han transformado en un collage de historias, en una sinfonía de voces que exigen ser escuchadas.

El momento es propicio porque las injusticias no cesan. En el contexto actual, donde la violencia de género persiste, cada día nos confrontamos con la amarga realidad, con la posibilidad de que nuestra lucha no solo sea válida sino absolutamente necesaria. Si merodeamos en las estadísticas, veremos que cada 1 de cada 3 mujeres han sufrido algún tipo de violencia a lo largo de su vida. Es aquí donde la huelga se torna en una declaración, una frontera que decidimos no cruzar sin protestar. El silencio no es una opción; la silencio es complicidad.

Al recordar la movilización del año pasado, es imperativo reflexionar sobre lo que hemos ganado y lo que aún nos falta por conquistar. El camino es tortuoso pero está salpicado de hitos. Desde la denuncia del acoso hasta la paridad en los espacios de trabajo, cada paso que dimos fue forjado con el sudor de nuestras frentes y la determinación que nos caracteriza. Pero no solo se trata de recordar lo vivido; es un llamado a la acción. Una invitación a las jóvenes que están emergiendo, a las que están por venir. La lucha feminista es un legado, es nuestro deber legitimar esa herencia y titubear por un momento sería traicionar a nuestras predecesoras.

Así, aterrizando en Zaragoza en 2019, el contexto nos invita a pregonar un nuevo capítulo: los debates de género, los derechos reproductivos, la salud de la mujer, el acoso callejero. Cada tema es un ladrillo en el edificio de la igualdad que buscamos construir. En este emocionante momento de nuestra historia colectiva, cada voz cuenta. La solidaridad es nuestra fuerza, y el 8 de marzo es el día que eligimos para recordarle al mundo que la lucha sigue viva, que no hemos cesado en nuestra demanda por un futuro más justo.

En resumen, cada manifestación es vital, un clamor rítmico que reverbera en los corazones de quienes creemos en la justicia de género. La Huelga Feminista es el eco de las luchas pasadas, el grito de esperanza por las generaciones futuras. Este 8 de marzo, es la invitación a ser parte de un movimiento donde cada paso dado sea una reafirmación de nuestra existencia y de nuestra determinación. La historia sigue, y Zaragoza tiene un papel central en esta narrativa interminable que busca lo que siempre debió ser: igualdad y justicia para todas.

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