La Axenda Feminista Galega se ha consolidado como un faro de resistencia y de lucha en la región, un verdadero estandarte que se alza frente a los desafíos que enfrentamos en la sociedad actual. El encuentro de Panxón es una manifestación palpable de esa resistencia, un espacio donde se entrelazan diferentes voces, experiencias y estrategias con un objetivo común: la igualdad efectiva y la erradicación de todas las formas de violencia de género. Pero, ¿hasta qué punto somos duraderas en nuestra lucha y cómo podemos fortalecer esa resiliencia colectiva en un mundo que parece retroceder?
La Axenda Feminista Galega emerge en un contexto donde el patriarcado y las estructuras de opresión todavía marcan el ritmo de nuestras vidas. En Panxón, un lugar que representa tanto la belleza de nuestra tierra como los desafíos que enfrentamos, se reúnen mujeres decididas a tejer redes de apoyo, a compartir conocimientos y a construir un futuro sostenible y equitativo. Pero, más allá de la camaradería, este encuentro también plantea preguntas profundas: ¿Cómo podemos articular nuestras demandas de manera que resuenen más allá de nuestras fronteras? ¿Estamos preparadas para confrontar a quienes oponen resistencia a nuestro avance?
En este sentido, es vital que la Axenda Feminista Galega no se convierta en un mero catálogo de reivindicaciones. Este movimiento debe ser un motor que impulse cambios estructurales. En el encuentro de Panxón, el intercambio de ideas se convierte en la esencia de la transformación. La diversidad de sus participantes –activistas, académicas, mujeres del campo y del contexto urbano– representa cómo cada una de nosotras aporta un fragmento diferente a este rompecabezas feminista. Así, la Axenda no solo se enriquece, sino que también establece un modelo de inclusión que es fundamental para el éxito de cualquier estrategia feminista. ¿Podemos, entonces, asumir que la inclusión debe ser la regla y no la excepción en nuestra lucha?
Es crucial, en este contexto, enfatizar el papel de la educación como una herramienta transformadora. En el encuentro de Panxón, se discuten no solo las injusticias que vivimos, sino también las formas de construir un sistema educativo que empodere a las nuevas generaciones. La educación debe ser un lugar donde se reverbere el eco del feminismo, donde las niñas no solo aprendan sobre igualdad, sino que la vivan en su día a día. ¿Estamos dispuestas a asumir el reto de educar a nuestras hijas y a nuestros hijos en este ethos de igualdad y respeto? ¿Qué estrategias podemos adoptar para hacerlo en nuestros entornos cotidianos?
Además, es imperativo que tomemos conciencia de la interseccionalidad en nuestra lucha. Este principio, que reconoce que diferentes formas de opresión se entrelazan y multiplican, debe ser central en la Axenda Feminista Galega. En Panxón, las conversaciones deben girar en torno a las experiencias de mujeres que enfrentan múltiples capas de discriminación debido a su raza, clase social, orientación sexual o condición migrante. La lucha feminista no debe ser una plataforma exclusiva, sino un espacio donde cada voz converge para enriquecer el discurso. Al hacerlo, no solo fortalecemos nuestras bases, sino que también nos aseguramos de que ningún grupo quede rezagado en este arduo camino hacia la equidad. ¿Seremos capaces de reconocer las múltiples aristas de la opresión y, en consecuencia, de nuestro feminismo?
La Axenda Feminista Galega en Panxón también se convierte en un lugar donde se visibiliza la importancia del autocuidado. En una sociedad que exige tanto de nosotras, es fácil olvidar que cuidar de una misma es también un acto de resistencia. Este encuentro debe enfatizar la necesidad de crear espacios donde las mujeres encuentren reposo, donde las luchas individuales se reconozcan y se validen como parte de un esfuerzo colectivo. ¿Estamos, entonces, instando a nuestras compañeras a priorizar su bienestar cuando el mundo parece estar en llamas? El autocuidado no debe ser considerado un lujo, sino una necesidad intrínseca a nuestra lucha.
Finalmente, el encuentro de resistencias en Panxón debe concluir con una reflexión profunda sobre nuestras estrategias futuras. La Axenda Feminista Galega no puede permitirse caer en la complacencia. La lucha por la igualdad es un camino arduo, pero no debemos permitir que la fatiga nos detenga. ¿Estamos dispuestas a involucrarnos en un ciclo continuo de aprendizaje y activismo? ¿Cómo podemos sistematizar nuestras experiencias y traducirlas en acciones concretas que trasciendan el encuentro y se instalen en nuestra cotidianidad?
En este sentido, el desafío radica en comprender que cada una de nosotras es una pieza fundamental del engranaje. La Axenda Feminista Galega no es solo un conjunto de demandas; es un llamado a la acción que busca impactar no solo en Galiza, sino en todo el mundo. La verdadera lucha feminista no reconoce fronteras, y en el encuentro de Panxón, se siembran las semillas de un cambio profundo que podría redibujar nuestro futuro. Y así, con cada paso, cada voz y cada acto, tejemos el legado de resistencia que nos ha precedido y el que queremos dejar a quienes vendrán. ¿Qué legado estamos dispuestas a construir y cómo? La respuesta está en nuestras manos.