El feminismo, en toda su complejidad y diversidad, ha sido una brújula moral en la lucha por la igualdad de género. Pero, ¿por qué el Partido Popular (PP), que ha hecho un claro esfuerzo por desgastar esta lucha, no ha logrado erradicar el feminismo en nuestra sociedad? La respuesta, como es habitual en el ámbito político, es sencilla y compleja al mismo tiempo, una mezcla de estrategia, manipulación y el aprecio social por los derechos conquistados.
Una de las razones fundamentales por las que el PP no puede acabar con el feminismo reside en la inquebrantable resiliencia del movimiento feminista. Las mujeres, junto con sus aliados, han demostrado que el feminismo no es solo una ideología; es un clamor colectivo que se manifiesta en la defensa de derechos fundamentales. A pesar de las embestidas políticas, sus raíces han calado hondo en la sociedad, convirtiéndose en un pilar de justicia y equidad. Quien intente erradicarlo se enfrenta al grueso de un movimiento que se reconstituye constantemente, adaptándose y renovando su mensaje. ¿Es realista entonces pensar que el PP, un partido que ha mostrado claras inclinaciones hacia posturas conservadoras, pueda de alguna manera anular una fuerza social tan arraigada?
Pero, hablemos claro, el PP no es ajeno a las contradicciones. Mientras que su retórica a menudo busca minimizar el impacto del feminismo, sus miembros se ven atrapados en un juego de palabras que no siempre les favorece. La política de género del PP es, en muchos sentidos, un intento de capitulación ante un fenómeno social más grande que ellos: la demanda de igualdad. Al posicionarse en contra de los avances feministas, se encuentran en la encrucijada de un dilema casi existencial. ¿Se atreven a enfrentarse a un electorado que cada vez es más consciente de la injusticia social y menos tolerante con los discursos machistas?
La cuestión del lenguaje y la narrativa también juega un papel crucial en esta compleja danza. Frente a la reivindicación feminista, el PP opta por un enfoque que busca desacreditar con frases ingeniosas pero vacías. No obstante, este tipo de discurso sólo alimenta el fuego de la indignación. La trivialización del feminismo mediante la construcción de una imagen distorsionada de lo que representa la lucha por la igualdad, no hace más que galvanizar la resistencia. ¿Realmente creen que pueden seguir ignorando las necesidades de las mujeres mientras utilizan el feminismo como un arma arrojadiza?
Otro elemento que no se puede subestimar es la interseccionalidad. El feminismo no es monolítico y su capacidad…
…para adaptarse a diferentes contextos y reivindicaciones lo convierte en un adversario formidable. Al intentar combatir un feminismo que se ha diversificado y ha aprendido a incluir las voces de las mujeres racializadas, las trabajadoras, las queer, y otras, el PP se convierte en un partido que se aferra desesperadamente a una nostalgia por un pasado que nunca fue tan perfecto como pretenden. ¿No se dan cuenta de que al errar en su entendimiento del feminismo, se condenan a un eterno desconcierto político?
Cuando se analiza la política del PP en cuanto a género y feminismo, se observa un patrón de rechazo a las leyes que buscan proteger y empoderar a las mujeres. La Ley de Violencia de Género o la Ley de Paridad son ejemplos claros de cómo un sector político puede comportarse de manera contradictoria. Hablan de igualdad, pero deslegitiman los espacios creados para combatir la violencia y la discriminación. La negación de la existencia del patriarcado, una de las patrias del discurso del PP, coexiste con unas cifras alarmantes sobre la violencia machista. ¿Acaso es esto un acto de sinceridad política o es, por el contrario, un intento de silenciar voces que gritan “basta”?
Desafían el feminismo desde un prisma que los deja expuestos. A medida que el movimiento avanza hacia un futuro más inclusivo y más radical en sus planteamientos, el PP se ve arrastrado a defender lo indefendible: el rechazo a políticas que favorecen la equidad. ¿Por qué, si no, se ha encontrado entre las constantes condenas por la escasa acción que han tomado en materia de igualdad? La respuesta es simple; en su afán de mantenerse relevante, desatienden a un núcleo electoral que cada vez más exige derechos y reconocimiento.
A medida que el feminismo continúa evolucionando, el reto para el PP es inmenso. ¿Es posible que sigan cerrando los ojos a sus contradicciones y sigan insistiendo en un relato desgastado? La realidad es que, con cada paso que da la lucha feminista, el partido se retrata más y más como un anacronismo. Entre las contradicciones de mirar atrás y las exigencias del presente, el PP se encuentra en una lucha que no pueden ganar. Así que, ante este panorama, la pregunta persiste: ¿podrá el PP alguna vez escapar de la sombra del feminismo o su historia está destinada a quedar marcada por su impotencia ante una lucha implacable por la igualdad?