¿Por qué hablamos de feminismo y no de hembrismo? Aclarando conceptos

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En el contexto actual de las luchas sociales, la terminología juega un papel fundamental. A menudo, surge la pregunta: “¿Por qué hablamos de feminismo y no de hembrismo?” Para responder a esta inquietud, es indispensable destripar ambos términos y explorar las distintas dimensiones de sus significados y sus implicancias en la sociedad contemporánea.

El feminismo, en su esencia más pura, es un movimiento social y político que aboga por la igualdad de derechos entre géneros. No busca la supremacía de la mujer, sino la erradicación de las estructuras patriarcales que han perpetuado desigualdades a lo largo de la historia. El feminismo se manifiesta en múltiples oleadas, cada una abordando la opresión desde ángulos diversos: desde el voto, la educación, el trabajo, hasta la autonomía sobre el propio cuerpo. La lucha feminista es multifacética y crítica, ya que se enfrenta no solo al machismo, sino también a intersecciones de raza, clase y orientación sexual.

Por otro lado, el término “hembrismo” ha sido acuñado para describir una ideología que, en la mayoría de las ocasiones, se confunde con el feminismo, pero que en realidad tiene connotaciones bastante distintas. A menudo, se asocia con la idea de que las mujeres deben ser privilegiadas sobre los hombres. Esta noción, lejos de ser un movimiento genuino para la igualdad, podría ser percibida más como una reacción al machismo, destacando un enfoque punitivo hacia la masculinidad y no una búsqueda de equidad real. Así, el hembrismo es frecuentemente malentendido; no se trata de una lucha legítima por los derechos de las mujeres, sino de una distorsión que puede perpetuar desigualdades bajo un nuevo disfraz.

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Hablemos claro: hembrismo no es feminismo. Mientras el primero busca establecer una jerarquía donde las mujeres ocupan un rol dominante, el segundo lucha por desmantelar todas las jerarquías basadas en género. Es aquí donde encontramos la clave para distinguir entre ambos conceptos. La lucha por la igualdad de género implica no solo centrar la atención en las mujeres, sino también en cómo el patriarcado afecta a todos los géneros. Al centrarnos exclusivamente en una noción de hembrismo, podríamos caer en la trampa de replicar los mismos esquemas de opresión que buscamos erradicar.

Además, la narrativa en torno al feminismo ha evolucionado para incluir voces disidentes y diversas. Existen múltiples corrientes dentro del feminismo, desde el feminismo radical hasta el ecofeminismo, cada una con sus particularidades y enfoques. En esta diversidad, todas convergen en una misma meta: la libertad individual y la justicia social. Esto contrasta radicalmente con el hembrismo, que se asienta sobre una visión monolítica y excluyente que no pone en el centro la lucha conjunta por la equidad.

El feminismo también implica una crítica estructural de la virilidad tóxica impuesta por el patriarcado. La menagerie de estereotipos de género perpetúa un ciclo dañino tanto para hombres como para mujeres. Al cuestionar los roles tradicionales, el feminismo ofrece una nueva narrativa que empodera a todos los géneros a ejercer su existencia sin las ataduras de la expectativa social. Esta es una de las razones por las que resulta crucial hablar de feminismo: es un movimiento que busca la emancipación colectiva, no solo de un género, sino de la humanidad entera.

Es primordial, también, reconocer que la lucha feminista es un espacio de diálogo y reflexión en el que todas las voces son bienvenidas. El feminismo no es un monólogo, es una conversación activa que requiere la participación de hombres, mujeres y personas no binarias. En este sentido, promover hembrismo como un antagonismo también sería un error. La lucha no es entre géneros, sino contra un sistema que divide y oprime.

Por último, la idea de hembrismo ignora la interseccionalidad que caracteriza nuestras luchas. Las experiencias de una mujer pueden variar drásticamente según su origen étnico, clase social, orientación sexual o capacidades. Por ello, un enfoque hembrista es inherentemente limitado. La inclusión del feminismo permite una comprensión más amplia y matizada de las diversas experiencias de las mujeres, entendiendo que cada contexto demanda una forma particular de activismo.

Al final del día, ¿por qué hablamos de feminismo y no de hembrismo? Porque el feminismo es un movimiento inclusivo que busca la justicia social, la equidad y la libertad para todos, mientras que el hembrismo no es más que una distorsión de esa lucha, un reflejo deformado que podría llevarnos a réplicas de desigualdades, solo que esta vez, desde el otro lado. Es imperativo no solo entender los conceptos, sino adoptar una postura crítica que nos permita avanzar hacia la equidad genuina. Este es el verdadero reto que enfrentamos.

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